¿Y si no era el momento? ¿Ni el lugar, ni el día, ni la hora? ¿Y si jamás nos deberíamos haber conocido? A lo mejor fue cosa del destino, quien sabe... Quizás no debería haber pasado así, sino dentro de 10 años, tropezándonos en la parte más antigua de la bella ciudad de Roma. Tal vez fuiste la persona correcta que conocí en el momento equivocado.
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