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Amaneció temprano. El sol se colaba por las rendijas de la ventana y tú y yo entre las sábanas de una cama que guardaba secretos inconfesables. Una cama de días imborrables que nadie nos podría quitar de la cabeza. Junto a ti todos los días he soñado con un mundo de fantasía en el que somos dueños del tiempo, del mundo. Un mundo sin leyes y en el que solo se permita rozar tu piel constantemente, abrazarte fuerte y besar tus labios eternamente.
Ese es mi mundo ideal, en el que todos los días al observarte se me dibuje una sonrisa y que permanezca en el silencio hasta que vuelva a verte.

Pero cuando dejo de pensar en mi mundo ideal me fijo en la realidad... te escapas de mis manos. No puedo tenerte entre mis brazos, no puedo rozar tus labios. Pero la esperanza mantiene a este sueño vivo en mi interior y deseando que un día se haga realidad.