No elegimos de quien nos enamoramos, y si lo dejamos pasar puede que nos arrepintamos toda la vida. Cuando uno piensa en el amor, piensa en los amores de su vida: en amores
tranquilos o en amores tiernos. Porque así han sido los amores de mi
vida. Y es que yo he sido de enamorar a golpe de pico y pala; de horas en
el portero automático y de tardes de domingo en el cine; de echar
instancias y de meses y meses hasta el primer beso. Pero no todos los amores
son así. Los hay de todo tipo: amor inesperado, amor imposible, amor
clandestino y, por supuesto, amor loco. Un amor que todo el mundo
debería tener derecho a probar, aunque solo sea una vez en la vida; un
amor que te deje en la cuerda floja, al límite entre la cordura y la
razón, de entre el amor y la locura propiamente dicha.
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