Ni
entre lágrimas saladas deslizándose, poco a poco, por mi rostro y
sollozos, olvidaré ese olor
que cubría cada milímetro de tu cuerpo y que tanto me gustaba. Su
simple contacto con mi olfato, me recordaba a ti y a cada segundo que
pasé a tu lado. Era una fragancia que me permitía traer de vuelta a mi
pensamiento cada momento compartido contigo, cada amanecer entre tus
brazos, cada beso de tus labios, cada caricia sobre mi piel... Un olor
que por definición era
embriagador y delicado como la porcelana, suave como el algodón, y dulce
y
exquisito como el azúcar. Era un aroma que enamoraba, y que con solo
percibirlo, te
hacía perder el sentido del tiempo. Por eso me encantaba abrazarte y que
toda tu
esencia, se quedara impregnada en mí.
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