Y el tiempo parece ser que tiene prisa. El transcurso de las horas se acelera.
Ya no recuerda esa sonrisa a las tantas de la mañana, buscando unos labios que la calmaran.
El frío invierno ha calado hasta el último hueso de su ser. Y, poco a poco, la nostalgia se deja ver
La cama no es escenario de nada, ni siquiera de un misero drama. Tan solo de un mar de lágrimas.
Ya nadie hace el amor entre esas sábanas.
Ya no hay caricias que sacien sus ansias.
Ya no hay noches de éxtasis donde les puedan las ganas.
Ni tiernos besos que hasta el último centímetro de su piel desgastaran.
El frío invierno ha calado hasta el último hueso de su ser. Y, poco a poco, la nostalgia se deja ver
La cama no es escenario de nada, ni siquiera de un misero drama. Tan solo de un mar de lágrimas.
Ya nadie hace el amor entre esas sábanas.
Ya no hay caricias que sacien sus ansias.
Ya no hay noches de éxtasis donde les puedan las ganas.
Ni tiernos besos que hasta el último centímetro de su piel desgastaran.
Es testigo de un monólogo interno y solitario. De un mar de pensamientos desordenados. Con un café solo con tostadas a diario. De amaneceres rojizos y tempranos, con el vacío entre sus manos.
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