Me dicen que sea fuerte, que
lo ignore y lo deje pasar. Que ahorre lágrimas, que con estos tiempos
no estamos para andar gastando y menos en sentimientos. Que vendrán
tiempos mejores. Pero caigo, una y otra vez, porque sé, que a pesar de todos los contratiempos ha habido increíbles momentos y sé que lo
necesito... Una buena dosis de abrazos, una tímida sonrisa o un beso
lento y dulce de sus labios, de los que erizan la piel, de los que
siempre sabrán como el primero.
Quería acabar con todo. Poner punto y final a esta historia. A este ni
contigo ni sin ti. Pero me doy cuenta de que no puedo. Que los sin
sentido son difíciles, enrevesados. Pero me gusta
complicarme la vida. Arriesgar. Que los imposibles existen y creo que me he
encontrado con uno. De cara y de frente miro al miedo porque sé que lo que realmente merece la pena siempre será
duro y difícil de alcanzar. ¿Que pretenden, que fuerce a mi corazón a
que sienta otra cosa, a olvidar todo lo vivido, a dejar de pensar que hay posibilidades de que esa sonrisa siga formando parte de mi día a día y a mi cabeza a modificar su pensamiento,
reestructurar mi sentido y mi conciencia a base de ideas contrarias de lo
que siento, de lo que solo ella es capaz de transmitirme? Ojalá se pase
pronto lo malo. Nos olvidemos de lo que no podrá ser, de las dudas, de las diferencias y pensemos exclusivamente en lo que es, en lo que sentimos, en lo que necesitamos en este preciso momento.
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